lunes, abril 05, 2004

Estoy tranquila -cada vez más-, con mucha claridad de mí, de mis contradicciones, de mis autoboicots. Disfrutando mucho cada bocado de lo que como, de lo que vivo, de la gente con la que estoy -aunque a veces me saquen de quicio también-.

En este nuevo ejercicio, no diría de contensión, sino de repensar las cosas, me siento muy a gusto conmigo, mucho.

Ya me siento en un nueva disposición, con mucho ánimo, con ganas de hacer otras cosas, retomar algunas que me gustan como hacer alebrijes, reparar los que tengo y terminar a Doménico.

En el trabajo estoy bien, con mejor ánimo y muy contenta respecto a mis compañeros, los quiero y con ellos me siento muy querida y apapachada.

Estoy hablando con una amiga y me dice que la única certeza que tenemos es lo que tenemos ahorita, que así es la vida... la certeza es la niñéz, la vida adulta es pura incertidumbre.

Me dice: "tú quieres a una persona por lo que te hace sentir, eso es amor o es ego? qué pasa cuando lo que te da ya no es lo que tú quieres". Que le pide a Dios que su ego no le impida dejar de ser amorosa con su marido -inclusive cuando él no le de lo que a ella le gustaría- porque el amor es lo único que queda. "Lo único que vale la pena es el amor, ese sentimiento fundamental que te hace que puedas seguir haciendo cosas por el otro."

Que entiende que él está pasando por un momento "x" en su vida y ella disfruta prepararle y darle lo que sabe que le gusta, con amor. Eso es lo único que pide, tener la capacidad para seguir amando y haciendo las cosas con amor", "... y no lo hago por él -me dice-, sino para mantener mis sentimiento libres del berrinche de que alguien no haga lo que yo quiero, para no sentir rencor, ni cobrárselas, ni con indiferencia. Para eso hay que controlar el ego, la desilusión de que ya no me da lo que yo quiero, que me da lo único que puede darme ahora, lo único que él tiene." "Que el cuate diga misa, lo único que vale son los hechos, lo palpable, lo que es, es".

Ese entender que lo que el otro no me lo hace a mí... qué difícil! pero que importante no caer es esas trampas. El otro hace lo que hace no a mí, se lo hace a él, por SU propia historia.

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Navegando en tu dirección, despejando el área de marcaje, sigo distante esperando tus señales. Me pregunto si llegarán, si volverás a hacerte presente, si saldrás huyendo, si desertarás antes de tiempo... historias conocidas, quizás habrá más por descubrir, lo cierto es que quizás yo también pueda desertar y volverme para....ningún lugar.