lunes, marzo 15, 2004

Ayer mi madre me decía que quienes vivimos solos nos volvemos muy egoistas, y yo pensé...egoistas? no, miedosos sí.

Creo que quienes vivimos y experimentamos la soledad, sentimos miedo, miedo de que nos invadan: desde nuestro "preciado" espacio físico, nuestro hábitat, nuestro territorio, nuestro tiempo...hasta nuestro cuerpo...

Que alguien penetre es bien fuerte -aunque también muy rico- pero es fuerte y es un albur.

Apostarle a que "está poca madre, pero se puede ir", "cuánto durará...", "éste será el bueno", en fín, las preguntas que por más que decimos que no hay que hacerse -o que hacernos-, que hay que soltarse y dejarse llevar, disfrutar del presente -bien budistas- pues a veces son innevitables... así como el miedo. El miedo a abrir el corazón y apostarle a lo que sea, a lo que haya, a lo que venga! para luego quien sabe..., quedarnos como almejas?!, expuestos?, algunas veces con expectativas, las mismas que nos dicen y nos decimos, que no debemos hacernos, otras, muy felices, y por esas otras, vale la pena la relación que sigue!

En fín, por el momento, más que atemorizada estoy desencantada de las relaciones, de conocer caras nuevas que se quedan en eso, y de los miedos y de la falta de compromiso compartida de hombres y mujeres para relacionarnos! Del miedo a compartirnos y disfrutarnos, de seguir caminando sola, contenta sí, quien sabe hasta cuando, porque pues también a veces se antoja empiernarse.

Lo sé, porque también he estado en ese caso, que cuando se está emparejao hay cosas que dan hüeva..., como los domingos de hüeva precisamente...., la comida familiar, en fín! pero pues hay cosas que saliéndose un poco adquieren otra dimensión.

En definitiva, cada cosa se ve distinta desde el lugar donde se mire, para bien o para mal. La moreleja sería: "siempre que te estés cagando, dale una vuelta a la monedita...."